Honrando la dramaturgia venezolana (II de II)

Honrando la dramaturgia venezolana (II de II)




Por Joaquin Lugo



El Festival Teatral de Autor (Festea) 2010 concluyó con la presentación de diversas agrupaciones jóvenes que se unieron al homenaje realizado a Román Chalbaud, José Ignacio Cabrujas, Isaac Chocrón y César Rengifo.



El grupo Escalón 112 del Instituto Universitario Jesús Obrero (IUJO) presentó: Buenaventura chatarra de Rengifo, bajo la dirección de María Consuelo Fernández. La historia de un hombre inocente y honrando que, luego de trabajar durante cuarenta y cinco años, busca desesperadamente otro empleo pero termina por inmiscuirse en actividades ilegales fue realizado por un grupo de jóvenes de la institución. De entrada, la edad de los actores y actrices no es la idónea para los personajes si bien se percibe un esfuerzo en algunos intérpretes. El personaje principal no posee la veracidad necesaria y a los demás ejecutantes se le hace cuesta arriba componer varios roles como plantea la dirección. Sin embargo, la puesta en escena se lleva los honores por proponer claramente y resolver con originalidad los diferentes espacios, desplazamientos y atmósferas de la pieza. La selección musical, a ritmo de rap, también se percibe ajustada debido al contenido urbano del texto, no obstante los cambios de escena deben adquirir más ritmo. Como recomendación, es necesario escoger obras que les permitan a estos jóvenes hablar de sus problemas y deseos, y con personajes cercanos a sus edades para que puedan profundizar más en el quehacer teatral.



La agrupación Nuevo Espacio llevó a escena: Lo que dejó la tempestad, también escrita por Rengifo y dirigida por Kevin Jorges. Esta pieza ya es un clásico del teatro nacional. En ella se plantea una visión del país luego de la cruenta guerra federal que encabezó Ezequiel Zamora. Una madre en busca de su hijo desaparecido y una vieja que está demente debido a la muerte de su marido e hijos, por lo que todavía cree que hay guerra, son las protagonistas e hilos conductores que se cruzan con desesperanza en el desenlace. Al igual que mi comentario anterior, en el elenco de este montaje hay actores y actrices que poseen una edad menor a la que requieren los personajes. Esto le resta verosimilitud a la propuesta, aunado a varios problemas estéticos y de dirección. A pesar de esto, Josmary González como Brusca, la vieja demente, demuestra organicidad en su trabajo vocal y corporal, secundada por Alejandro Díaz como El Comandante Federal que es pertinente en su composición del personaje. En lo estético, hay un planteamiento claro y bien elaborado del vestuario, pero las tres mujeres del pueblo, entre ellas la que busca a su hijo, están ataviadas de forma que parecen mujeres de clase alta y no pobladores de Ospino. Asimismo, la escenografía está constituida por una gran entrada decorada en su parte superior por una enredadera de cuerdas que simbólicamente no dice nada y la selección de música de tambor es un desacierto ya que la acción sucede en el llano venezolano. La dirección cambia el sexo de dos personajes claves: El Desconocido que ahora es una bruja, algo erróneo debido a que no es creíble que una mujer de la época sepa tanto de los hombres que rodean a Zamora y desee su muerte, y Olegario que se convierte en Olegaria, otro error porque Rengifo plantea que el grupo de guerrilleros que acompaña a Brusca sustituye a sus hijos muertos, además que una mujer solo iba a la guerra para acompañar a su marido o hijos, algo que este joven personaje no plantea. Por otro lado, la dirección actoral se percibe débil porque varios intérpretes dicen sus textos sin proyección y mirando siempre al piso, y otros como las tres mujeres: Teresa, Begoña y Rosalía, se perciben artificiales, mientras que El Perro, un rol clave, es asumido de manera muy impostada. Pese a todo esto, la producción general del espectáculo, a cargo de Sofía Mirabal y Heny María Tilves, es correcta y bien manejada debido a que todos los elementos necesarios para que se realice la obra están presentes.



Dentro de los invitados, destacó Sobretablas de Venezuela con el montaje de: Cuatro locos de este mundo de Paul Williams, dirigido por Jennifer Morales. Cuatro personas tratan de justificar que no son locas presentando las acciones de diversos arquetipos y factores de la sociedad, pero en su intento solo corroboran que son parte de esa sociedad y que, tanto ellos como todos sus integrantes, están locos. El texto posee vigencia por la crítica que hace a instituciones que son consideradas pilares de la sociedad. La dirección propone una estética expresionista que exterioriza la forma en que actúan los personajes y que se ve reflejada en el vestuario y la escenografía. El vestuario, diseñado por Joaquin Nández, no solo ofrece comodidad para el trabajo actoral sino que representa la violencia a través de sus colores cálidos y, por su uniformidad, convierte a los personajes en seres asexuados. La escenografía delimita el escenario como una cárcel de la que no se puede escapar. Paola Baroferre, Yuri Pita, Zammy Jiménez y Gleison Medina representan a los cuatro personajes con un apropiado equilibrio entre todos. Su expresión corporal va pasando por todos los estados emocionales que demarca la dirección y que lleva a momentos de extrema energía. El trabajo de proyección vocal es idóneo, sin embargo es necesario cuidar la dicción porque el ritmo que se propone hace que se atropellen algunos textos, mientras otros alcanzan la intensidad necesaria en ese ritmo. Con una adecuada selección musical que apoya la labor de los actores, esta propuesta tuvo mayor nivel que muchas de los grupos participantes.



Como invitado internacional, el Teatro La Concepción de Chile trajo: Canción para caminar sobre las aguas, adaptación para teatro de la novela homónima del Chileno Hernán Rivera Letelier, escrita y dirigida por Juan Pablo Aguilera. Brando Taberna, Cristo Pérez y Jerónima Monroe son tres hippies que emprenden un viaje a lo largo de Chile durante el último año del gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende. El simbolismo de sus nombres cobra mayor sentido por la travesía sin rumbo que emprenden, travesía que vivió Chile luego del golpe de estado en contra de Allende y que redujo las libertades y los sueños que representan estos tres personajes. La dirección propone un espectáculo en donde la actuación se combina con la música cabalmente. Con una estética en la que solo se usan los elementos necesarios sobre el escenario, como un vestuario simple pero característico y dos bancos que sirven para diversos usos, la apropiada resolución de los desplazamientos escénicos y el colorido de la iluminación sumergen al público en las emociones de los personajes. Las actuaciones de Cristóbal Troncoso, Juan Pablo Aguilera y Kjesed Faundes denotan un sobresaliente grado de organicidad que se refleja en sus aptitudes vocales y corporales para crear a Cristo, Brando y Jerónima, respectivamente. La música en vivo interpretada por los actores con el notable acompañamiento externo de José María Mora envuelve todo el trabajo de una atmósfera especial y, por momentos, es la protagonista de la escena ya que complementa las situaciones. En definitiva, un insuperable cierre para el festival.



Para concluir, considero importante resaltar la labor de Pathmon producciones con Maigualida Gamero como organizadora del festival y sus colaboradores: Yohana Bello, Dayana Gómez, Max Coloma y Carlos Palacios, que junto a los encargados del Teatro Alberto de Paz y Mateos, Sala Altosf, Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas y Teatro Bar hicieron posible este evento. Para el año que viene, tienen planteado homenajear a otros tres dramaturgos venezolanos: Xiomara Moreno, Paul Williams y Elio Palencia.

Fuente:
Joaquin Lugo Segunda crítica del Festea en la página del Celcit http://www.celcit.com.ve/critica-JL-2.html

Comentarios

Entradas populares de este blog

"250 gramos de drama", edición 21 de FESTEA abre convocatoria.

OBRA: "ACTO CULTURAL". AUTOR: JOSÉ IGNACIO CABRUJAS